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lunedì 2 giugno 2025

Sobre la técnica: Para una fenomenología política de la relación

Ancora una traduzione in spagnolo, gentilmente realizzata da Carlos Javier Blanco e pubblicata anche sul suo blog

https://socialismomultipolaridad.blogspot.com/2025/06/sobre-la-tecnica-para-una-fenomenologia.html

 

Cuatro tesis

Comenzaré con una tesis, enunciada de manera seca: el ser humano no tiene fundamento: se constituye en la relación. Pero la posibilidad de relación, en un sentido auténtico, es decir, no determinada enteramente por los instintos naturales, es plenamente social desde sus mismas raíces. Este es el sentido en el que “no tiene fundamento”. La especie humana ciertamente comparte algunas características facilitadoras que le proporciona su conformación biológica y genética básica –postura, dimorfismo sexual, encefalización, infancia prolongada, cuidado parental colectivo, capacidad vocal y gramatical–, pero todo esto predispone y no limita. El hombre tiene una estructura instintiva mucho menos estricta que otras especies superiores (incluidos otros primates) y el hombre debe siempre hacerse a sí mismo, tanto social como individualmente. Y este devenir se determina, con la contribución decisiva del lenguaje, en el largo proceso histórico de aprendizaje y diálogo sociocultural, en el que no es este lugar el lugar para detenernos.

Para Marx, el hombre es un “ser genérico”, gattungswesen, y tiene potencial universal, en el sentido de que es capaz de intercambiar con la naturaleza, trabajar, socializar y reconocerse en los frutos de su propio trabajo. Por ejemplo, en la sección sobre la alienación en los Manuscritos Económicos y Filosóficos [1] , se articula un concepto de lo humano como intrínsecamente social y libre que se objetiva en el mundo. Este concepto, apenas esbozado en los manuscritos de Marx, es retomado y desarrollado por Lukács en Ontología del ser social [2] , cuando enmarca la genericidad como criterio ontológico determinante en el proceso evolutivo de la humanidad (y fuente de su universalidad). Generalidad, nótese, entendida no como abstracción lógica o del pensamiento, sino como devenir material en el intercambio “orgánico” con la naturaleza. Un ser movido por las posiciones teleológicas del trabajo (que se forman en la mente antes de formarse en la materia), para luego objetivarse socialmente. Para Lukács, las potencialidades causales, referidas a las concatenaciones de sistemas (que él llama complejos de complejos de realidad [3] ), son siempre activadas y concretadas por el trabajo.

Trabajo que es un proyecto y por tanto teleológico en el sentido de orientado conscientemente hacia una práctica. Es en este sentido que la relación entre sujeto y objeto se forma en una totalidad social y concreta.

Como él escribe:

“El cambio estructural producido por las posiciones teleológicas que se tienen en el trabajo, por la relación sujeto-objeto ontológicamente establecida, completamente nueva, que se forma en ellas, y por sus consecuencias indirectas, incluido el lenguaje como órgano de comunicación, este cambio precisamente en esta totalidad, en su abrazo objetivo de las formas y contenidos de todos los destinos individuales, en las interrelaciones entre los procesos reproductivos de los individuos y su todo, adquiere su constitución como totalidad social, como fundamento objetivo de toda generalidad en el nivel del ser de la sociabilidad” [4] .

En último término, la Gattungwesen de Marx indica una esencia humana que no es fija ni directamente determinada biológicamente (aunque la base biológica habilita e inhibe posibilidades causales), sino potencialmente ilimitada, en el sentido de que es a la vez histórica y relacional. Entonces, como es sabido, tanto en Marx como en Lukács es el trabajo la actividad en la que se produce el intercambio con la naturaleza y la objetivación de lo humano, la creación del hombre como hombre. La única alienación se produce entonces cuando fracasa la relación del hombre consigo mismo como ser social [5] . Cuando, como escribe Marx [6] , el proceso social de producción y reproducción del mundo hace del ser del hombre, en tanto “perteneciente a una especie”, un ser ajeno a sí mismo, “un [mero] medio de su existencia individual”. En esta objetivación, o reducción a mercancía, se pierde el carácter mismo del hombre como conjunto concreto de relaciones sociales que lo constituyen [7] .

Es pues, por decirlo de otro modo, en su continuo darse-en-relación, en la concreción de las condiciones materiales históricamente dadas, que el hombre se forma, se transforma y se instituye.





Introduciré ahora una segunda tesis: la técnica es la forma histórica de esta donación del hombre al mundo. A través de ella, que aparece en los albores de la especie, el hombre (un ser débil y no especializado) crea su propio ‘mundo’ y al mismo tiempo se define. Esto implica, entre otras cosas, que la tecnología está determinada tanto social como culturalmente. En un sentido muy profundo, ésta es una de las instituciones fundamentales de la sociedad y tiene efectos decisivos sobre su reproducción. Al mismo tiempo, tiene efectos constitutivos sobre la sociedad y, por tanto, sobre la circulación del poder, sobre la posibilidad de control sobre la naturaleza (a la que pertenece la especie) y, en última instancia, sobre el devenir humano. La técnica, de hecho, nunca es sólo un medio, sino también la expresión y articulación de una relación cosmológica. En toda sociedad se establece una forma de composición entre lo humano y lo no humano, entre el orden y el caos, entre el tiempo y el espacio. Tomemos el caso chino, entre muchos posibles: si bien la extensa exploración de Needham [8] o el trabajo más reciente de Pomeranz [9] ilustran la profundidad, riqueza y sagacidad del pensamiento y los logros técnicos chinos, durante tanto tiempo superiores a los occidentales [10] , sin embargo el pensamiento de la tecnología está vinculado a una cosmología moral, o metafísica moral, que se expresa al presuponer una unificación entre el Cielo y lo humano. En el contexto de la técnica, como propone Yuk Hui [11] , es la unificación del Qi y el Dao [12] , . La evolución de esta noción supone pues enmarcar la relación entre el Qi y el Dao, es decir, si el Qi (las herramientas, las técnicas, los ritos y los procesos técnicos) ilumina el Dao (el camino); es decir, si lo soporta; o, por el contrario, el Dao está al servicio del Qi. O si, según un enfoque materialista copiado de Occidente, no existe relación entre el Qi y el Dao. Es decir, la técnica se fetichiza, como, a nivel aparente, ocurre en Occidente, donde la técnica se separa progresivamente de todo horizonte cósmico (pero lo absorbe silenciosamente, poniéndose en su lugar), simbólico y ritual. Y se constituye, a través de este ocultamiento a plena luz, como un dominio, una funcionalidad instrumental que reivindica su autonomía, olvidando la relación en la que se establece. Por lo tanto, en el momento en que la cosmotécnica occidental muestra su crisis –en su resultado desintegrador y en su ciega autorreferencialidad– surge la tarea de una nueva comprensión técnica: no rechazar la tecnología, sino reorientarla. Articular una ética del Qi que no niegue el Dao . O, en otras palabras, alcanzar una comprensión histórica y un horizonte cosmológico y un sentido de la relación siempre renovada entre la tecnología y los mundos.

He aquí una tercera tesis: también en estos términos, en el contexto actual caracterizado por la crisis terminal de la hegemonía occidental, surge la necesidad de superar la reducción a lo Uno . La afirmación de una única cosmología “verdadera”, de una única racionalidad legítima y de una relación con la propia naturaleza. Superar esa separación particular entre naturaleza y cultura, sujeto y objeto, propia de la cosmología occidental, implica abrirse a cosmologías que puedan apoyar la liberación de los diferentes y plurales modos de ser de la capacidad relacional humana [13] . Así pues, la capacidad humana de tener un intercambio con la naturaleza se basa en bases diferentes, no sólo en términos de ecología sino también de poder (entre hombres, clases, pueblos, regiones). La cuestión aquí es sentar las condiciones, en primer lugar intelectuales, para pensar la posibilidad de modelos alternativos de liberación, anclados en cosmologías (y cosmotécnicas, como veremos) diferentes, que no están ni quieren estar mutuamente blindadas.

La cuarta tesis trabaja finalmente con las urgencias de nuestro tiempo: debemos escapar de la lógica de la guerra, sin desarmarnos : ésta es la tarea teórica y política más urgente hoy. La lógica de la guerra es, de hecho, la forma suprema del pensamiento binario occidental. Al mismo tiempo, el último fruto de la centralidad militar, tecnológica y de formación de capital [14] que en el Occidente colectivo comenzó con la elusión española del bloqueo turco y la destrucción de América y que ahora llega a su fin después de cinco siglos. De esa dependencia y absorción del capital periférico, y de todo el sistema moral, ideológico y social que se ha construido sobre él (la misma pareja Oeste/Este que lo organiza), que se presenta cada vez más ante los ojos del mundo y es rechazado. De la vergüenza de ese Rey ahora desnudo que por eso ruge de rabia en Kiev como en Gaza. Debemos, pues, alejarnos del modo de pensar que informa el modo en que Occidente se ha relacionado con el mundo, con la naturaleza, con otros pueblos, con la tecnología, consigo mismo.

Pero sin abandonar el conflicto como dimensión necesaria de la realidad, sino más bien radicalizándolo. Habitar la creación de lo nuevo, la composición de fuerzas y subjetividades, la confluencia, a través de herramientas simbólicas, prácticas, teorías y prácticas, capaces de evitar la lógica del enemigo. Desactivar la metafísica de la separación; objetivación para ser puesta a disposición como fondo, reserva, mercancía. Cultivar el arte de la convivencia en el disenso, de la complementariedad entre diferentes, de la cosmotecnia plural [15] . Prestemos atención a los pensamientos marginales, a los marxismos heterodoxos [16] , a lo mejor del pensamiento decolonial, indígena y oriental, al esfuerzo chino por articular una paciente fusión de marxismo sinizado y gran tradición, a la energía de la vida.

 

La cuestión de la técnica en Heidegger

Para comenzar a articular estas cuatro tesis, se puede recurrir al legado de Heidegger y a su diagnóstico de lo moderno como una era de Gestell , en la que el ser se revela únicamente como un recurso disponible ( Bestand ); un legado que ha marcado profundamente tanto la filosofía occidental como los intentos de pensamiento crítico en el mundo global [17] . Es un monumento de nuestra civilización, pero la estructura misma de este pensamiento mantiene una tensión no resuelta: denuncia apropiadamente la cosificación del mundo [18] , pero lo hace desde una posición que permanece anclada en un mito de origen y en un mesianismo ontológico [19] . Es, además, de un modo sutil, todavía un pensamiento del Uno y del Origen. Deberíamos, pues, ir más allá, desplazando el foco del ser como fundamento al movimiento como condición relacional y constitutiva de lo humano; redefiniendo así la técnica no como destino, sino como una forma situada de relación histórica, sin trascendencia alguna, aunque sea invertida. De hecho, la “técnica” es, o corre el riesgo de ser, incluso en el pensamiento de Heidegger y en la recepción implícita de éste, una especie de alias del capitalismo y del poder que éste contiene y transmite. El discurso de Heidegger critica la manipulación de la tecnología como destino de la modernidad, pero no distingue suficientemente entre la forma social del capitalismo y el desarrollo del occidentalismo, por un lado, y la tecnología como una empresa humana común, por el otro [20] . En consecuencia, el discurso sobre la tecnología oscila entre el grito desesperado de Mark Fisher en Realismo capitalista [21] , que se encuentra como un consumidor-espectador luchando entre ruinas y ruinas, y el cínico que termina leyendo todo como occidental, refugiándose como mucho en el cenáculo o en el consumo [22] .

En otras palabras, debemos superar la idea de que la tecnología, como conjunto de aparatos y lógicas operativas, revela el mundo en el sentido de construirlo como tal, y también que este mundo es en última instancia Uno. En otras palabras, que Europa es el origen y el destino de la tecnología.

 

Nada y potencial

Para superarlo, debemos contemplar la posibilidad de que no exista una libertad original, ningún Edén al que regresar, sino que en el origen sólo exista “nada” [23] . La nada no debe entenderse como una negación, sino como una condición de apertura, como una posibilidad, como el potencial de la relación. Al abrirse a la relación, lo cual no es posible en el sentido propio cuando sólo hay causalidad (como bien muestra Lukács), la «nada» se revela como ser. Es decir, al borrar la palabra, demasiado densamente onto-teológica, se revela como potencial. En este sentido, la técnica es también aletheia [24] de preparación ontológica, pero para imaginar el abandono de la voluntad de dominar, más que volver a un momento original, es necesario perderlo . Reconociendo que lo humano está en la nada (en cierto sentido según la antigua tradición de śūnyatā [25] ).

 

Cosmologías y universalismos

Aunque se ha leído según las repercusiones de esta tradición en la Escuela de Kioto, el estricto nexo lógico en el que Heidegger captura su crítica sigue siendo estrictamente occidentalocéntrico. Imaginemos que no queda nada más que Occidente y su tradición, que se está perdiendo. El Otro, por otra parte, es siempre lo impensado y quizá lo impensable dentro del cerco de una cosmología que se piensa a sí misma como el universo [26] . En este sentido, cabe recordar a Dussel [27] y, sin duda, también a Wang Hui [28] y a Yuk Hui [29] . Así, se opone la lógica «horizontal» y relacional de Tianxia, ​​que distingue el universalismo sui generis chino, a la universalidad que necesariamente reconduce la multiplicidad al dominio del Uno: tanto en la forma cristiana del «camino de salvación» para toda la humanidad, al que toda subjetividad está llamada a conformarse, como en su secularización moderna, encarnada en la «receta» liberal y progresista del mundo único del mercado (o del imperio de las mercancías). El horizonte de tianxia reconoce la legitimidad de una pluralidad irreducible de tiempos y transformaciones encarnadas, subjetividades relacionales, diálogo entre mundos, prácticas y civilizaciones, formas de verdad inscritas en seres vivos concretos y una tendencia hacia la armonía. No se trata, por tanto, de imponer (o reconocer) un telos al mundo, sino de hacer resonar entre sí los múltiples órdenes fácticamente existentes y abrir el espacio para su coexistencia creativa. No se trata de un universalismo en el sentido que tenemos en el original. En italiano deberíamos hablar más bien de cosmos , o del espacio de copresencia en la diferencia. El universo manda desde arriba [30] . El cosmos resuena desde dentro. Si queremos intentar explorar los límites del lenguaje, podríamos comparar, no oponer, un universalismo occidental del Uno a un cosmocentrismo plural de la relación y la resonancia, oriental (pero también de los muchos sures del mundo). Dos órdenes diferentes de normatividad y jerarquía, diferentes maneras de pensar la unidad en la multiplicidad, una que remite a una trascendencia ordenadora y la otra a una relación inmanente abierta a la transformación. 

Pero es necesario hacer inmediatamente una aclaración: La afirmación “la nada es ser” puede generar fácilmente un cortocircuito lingüístico-metafísico. Mejor entonces decir: la relación es todo lo que se puede dar . No se trata de derivar el ser de la nada, sino, más modestamente, de reconocer que el dar está siempre situado, historizado, encarnado. Esto todavía se refiere al hecho de que el ser humano, en su especificidad antropológica, es un ser “vacío” en cuanto está pobremente determinado por instintos fijos [31] ; ya que está poco decidido a ser un ser social. Por tanto, está abierto a estar en la relación, en la formación, en la construcción de sentido. En este sentido, no hay originalidad a la que volver: ni un Edén perdido, ni un ser más auténtico, sino sólo un proceso continuo de codeterminación, en el que el hombre llega a ser él mismo a través de la relación con el mundo, que es siempre también relación con el otro [32] .

En otras palabras, se propone considerar que la naturaleza propia del hombre , su consistencia y conformación antropológica , tiene su origen y consiste en su ser vacío . Pero, al mismo tiempo, que toda construcción humana, incluso individual, tiene siempre como origen y como destino social. Es decir, el hombre en su formación como hombre y en la determinación de su relación con el “mundo”, se remite siempre a lo otro desde sí mismo, o bien a lo social que está más allá de sí mismo, aunque también siendo en sí mismo. De nuevo, en este sentido no hay ningún original al que volver. Pensar esto, imaginando que el Dios que salva es otro comienzo, es un residuo teológico en Heidegger, y en su tradición, una especie de inversión mesiánica fuertemente occidental [33] .

Por el contrario, la nada también es plenitud, porque nadie puede estar verdaderamente solo. La plenitud resuena con el potencial en el vacío. He aquí pues el sentido en el que la nada es ser , un ser que es siempre apertura porque debe necesariamente completarse, no puede reposar en sí mismo y debe definirse en la relación social con el otro-que-sí, un “otro” que es, simultáneamente, el yo-como-otro y el yo-como-movimiento. En resumen, el ser es este movimiento. El ser es movimiento y referencia a otra cosa .

Ahora bien, según esta lectura, no es tanto la técnica la aletheia de la preparación, sino más bien el hombre, para hacerse hombre, debe hacerse en el intercambio orgánico con la naturaleza y con el mundo (donde la naturaleza es también lo social y lo político [34] ). La tecnología es pues una forma de esta donación que nos constituye como hombres y, al mismo tiempo, como sociales; Es una manifestación de esta apertura. Pero este movimiento de apertura y de definición es siempre histórico, no puede ser otra cosa. La historia del hombre es la irreversibilidad de este movimiento desde la nada . Este movimiento ininterrumpido y abierto que surge de la nada y se construye en la relación.

 

Lo trágico y la lucha por lo común

Por consiguiente, no es realmente posible un punto de vista universal y externo desde el cual dar una crítica externa; Por lo tanto, la reducción a lo Uno y lo Universal no es posible, sino que es necesario que ésta (la crítica) sea siempre interna, local, específica, situada. En este sentido, la voluntad de dominar es también la voluntad de hacerse, de definirse más allá de la nada, y en esto la crítica también es trágica [35] : nunca puede fundarse, pero, al mismo tiempo, no es evitable . Obviamente, hay muchas maneras posibles de estar en este círculo, de definirse en esta cosmología sin querer que sea universal [36] . El Otro, aunque en Dussel exista quizá ese riesgo o esos tonos, no es ni impensable ni sublimemente negativo, no es sagrado . Es sólo una parte inevitable del ser, que es relación, transformación y movimiento. Por supuesto, es histórico, contextual, material (muy material, aquí podríamos situar también al joven Marx [37] y a autores como Labriola [38] ), y tiene dimensiones de tradición y de innovación. Tiene poder y actúa.

La fórmula según la cual «nada es ser» coquetea con un lenguaje onto-teológico [39] que corre el riesgo de aludir a la justificación de un nihilismo desesperado que disfraza la pérdida de la realidad con palabras oscuras, nada de esto está en nuestra intención. Podría decirse que, en el desarrollo del hombre, “ la relación es todo lo que se puede dar ”; El movimiento desde la mera donación de la naturaleza, su apropiación reflexiva y recreación social es el hogar del hombre, lo que lo hace ... Claramente lo trágico, la voluntad de dominio que pretende salir de la nada, es lo humano mismo. Sin embargo, puede utilizar tanto la violencia que crea el mundo como objeto al reducirlo a una colección de bienes/herramientas [40] , como el conocimiento-a-sí-mismo-con-el-otro y la producción-de-lo-común [41] . Así que llegar a ser juntos, reconocernos unos a otros. Determinándose también en el conflicto con aquello que crea el mundo como objeto, y en la lucha por el reconocimiento de la apertura relacional como condición de la historicidad de lo humano [42] . Esta lucha tiene una dimensión cosmotécnica , una dimensión decolonial , una dimensión política (en el sentido de la lucha por la polis).

Dicho de otro modo, la tecnología, lejos de ser un aparato neutral o un destino fatal, es una modalidad a través de la cual los humanos se relacionan con el mundo, al mismo tiempo que lo crean. Desde esta perspectiva, no es tanto la técnica la que constituye la aletheia de la preparación, sino más bien es el hombre quien, en su hacer histórico , también se define técnicamente. La técnica no precede ni funda, sino que acompaña todo proceso de construcción de sentido. En este sentido, puede ser un instrumento de alienación, de dominación, de reducción del mundo a un objeto, pero también puede ser un lugar de mediación, de co-creación, de devenir común. Lo trágico no es pues la dominación en sí, sino la incapacidad de escapar de ella: la reducción de la relación constitutiva a instrumento, del movimiento a ficción y parálisis. La lucha por el reconocimiento de la apertura relacional como condición histórica de lo humano se convierte entonces en el lugar donde se decide el significado mismo del mundo [43] .

 

Las dimensiones de la lucha

Esta lucha tiene varias dimensiones. En primer lugar, es cosmotécnica : como ha demostrado Yuk Hui, cada cultura desarrolla su propia articulación entre técnica y cosmología [44] . No existe un modelo único, sino una pluralidad de mundos posibles. Por ejemplo, la cosmotecnia occidental dominante ve una antítesis entre naturaleza y cultura, con lo cual el cosmos termina siendo considerado una reserva utilizable, de la que el hombre está en principio separado y en posición dominante. Esta cosmología puede ser deconstruida de manera útil desde dentro [45] y confrontada desde fuera [46] . En segundo lugar, es decolonial : también en este sentido se trata de reconocer al otro no como objeto de conocimiento o de salvación, sino como coproductor del mundo. Pensadores como Dussel y Wang Hui han demostrado que todo proyecto emancipador debe partir de una historización radical del presente, de una recuperación crítica de las tradiciones negadas [47] . Finalmente, es política : la relación está siempre mediada por instituciones, conflictos, relaciones de poder dentro de las cuales hay que tomar posición. El mundo de la vida no es un espacio idílico, sino un campo de triple lucha: por el horizonte del sentido, de la acción y de la liberación.

Dicho de otra manera, no podemos escapar de la historicidad . La donación de lo humano está siempre situada, abierta, en tensión. La relación es, de hecho, la única “casa” posible del ser, pero esta casa debe ser y es construida, deconstruída, reinventada en la praxis. Criticar la tecnología no significa, entonces, soñar con un retorno al origen, sino reconocer las formas históricas y culturales en que el mundo se hace habitable o inhabitable. Lo que está en juego no es una verdad eterna (ni “eterna” ni “una”), sino la posibilidad de construir un común en la pluralidad que reconozca la relación como principio político, antropológico y cosmológico. En este sentido, la filosofía no es contemplación del ser, sino lucha por la forma del mundo .

Lo que se necesita, entonces, es una dialéctica de poder y liberación , que reconozca la relación como el corazón de la experiencia humana. O, en otras palabras, una fenomenología política de la subjetividad relacional, una teoría de la libertad social [48] que no se base en una cosmología capaz sólo de pensarse como un “universo”, sino en formas de copertenencia histórica e institucionalmente situadas. Formas que reconocen el vacío no como una falta, sino como una posibilidad original de apertura. Que enmarquen las cosmotécnicas plurales como instituciones contingentes y móviles, capaces de albergar el pluralismo.

Entender el ser como relaciónla nada como fuente de un origen paradójico que no funda sino que abre, y la técnica como historicidad , significa romper con la crítica a la técnica dominante en la Europa del siglo XX. Una crítica trágica, apocalíptica y nostálgica (tanto en la tradición heideggeriana como en la de Frankfurt). Releerlo más bien como una genealogía del devenir hombre y de la inmersión en la historia, como una obra común, incluso de tradiciones y “civilizaciones” diferentes (que siempre han estado relacionadas).


Notas

[1] - Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 , Einaudi, 1968, págs. 67 y siguientes,

[2] - Gyorgy Lukacs, Ontología del ser social , Meltemi 2023, vol I,

[3] - Que son unidades de la realidad objetiva, expresables a través de un análisis ontológico (complejos naturales, sociales, histórico-culturales, ...) pero no son sistemas cerrados y autopoiéticos (como en la interpretación contemporánea de Luhmann), sino totalidades abiertas, articuladas y procesuales, puestas en movimiento por el trabajo. Véase, por ejemplo, la lectura de Carlo Formenti: «En  La filosofia imperfetta  (14)», Costanzo Preve escribe que la trayectoria evolutiva del pensamiento de Lukács, desde  la Historia y la Conciencia de Clase  hasta  la Ontología  , puede describirse como una conversión a uno de los tres «regímenes narrativos» utilizados por Marx, descartando los otros dos. Según Preve, el corpus teórico marxista se caracteriza, de hecho, por los discursos gran-narrativista, determinista-naturalista y ontológico-social. En el primero, la categoría de sujeto es la poseedora de una esencia que contiene en sí misma, de manera inmanente, una teleología necesaria, según la cual el proletariado estaría «por su propia naturaleza» destinado a desempeñar el papel de sepulturero del modo de producción capitalista. El segundo coincide con una especie de  antropomorfización de la historia , en la medida en que, a la narración de la existencia de un sujeto colectivo capaz de imprimir una dirección al proceso histórico, asocia la hipótesis de que dicho proceso está animado. Por una  necesidad inmanente . A la inversa, el último Lukács llega a esa vertiente ontológico-social del pensamiento de Marx que excluye cualquier automatismo teleológico inscrito en la historia: en este último régimen narrativo, la teleología y la causalidad copresentan, de hecho, solo y exclusivamente en la categoría del  trabajo , que proporciona el modelo para toda acción finalista del hombre y, al mismo tiempo, constituye esa  práctica  fundacional que desencadena los procesos causales que transforman la naturaleza y la sociedad. Carlo Formenti, «La historia humana es la historia del trabajo. Lukács como antídoto al fascismo liberal europeo», en « Por un socialismo del siglo XXI» , blog, 17 de marzo de 2025.

[4] - György Lukács, Op.cit., p. 119.

[5] - Lukács, op.cit.

[6] - Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, op.cit., p.79

[7] - Karl Marx, La ideología alemana , “Feuerbach”, Editori Riuniti 2018.

[8] - Joseph Needham, Ciencia y civilización en China , 4 vols, Einaudi 1981.

[9] - Kenneth Pomeranz, La gran divergencia , Il Mulino, 200 4 (ed. original 2000).

[10] - La superioridad técnica occidental fue más evidente durante las Guerras del Opio, cuando los barcos y los marines ingleses lograron derrotar la resistencia Qing, no sólo por razones tecnológicas sino ciertamente también por esta resistencia. Así pues, se puede concluir con certeza que en 1850 Occidente en su parte más desarrollada, Inglaterra, tenía una clara superioridad tecnológica. Pero un siglo antes esto no era así. En muchos aspectos, las regiones más desarrolladas de la China imperial estaban al mismo nivel o eran superiores. Incluso en el crucial sector energético, por ejemplo para la explotación a gran escala del carbón, hay que ver cómo éste ya se había desarrollado alrededor del año 1000 en el norte de China. Tanto es así que, según las estimaciones de Harwell, la producción de hierro china en el siglo XI fue mayor que la producción de hierro europea en el siglo XVIII.

[11] - Yuk Hui, Cosmotecnica , op.cit., p. 36

[12] - Como escribe Chow Yin-Ching en Filosofía china (Ghibli 2015), el Tao (o Dao, según el sistema de transcripción) es un principio inmanente que no actúa desde fuera, anima y transforma a los seres sin esfuerzo ni sobresaltos. Granet, en El pensamiento chino (Adelphi 1971) señala que la búsqueda de una fuerza latente en los cambios de las cosas puede concebirse más como fuerza que como ser.

[13] - Véase sobre este tema, “Algunas preguntas sobre China, comparación entre universalismos”, Parte III, Tempofertile, mayo de 2025.

[14] - Para anticipar una objeción, no se quiere decir aquí que la forma de organización social y de funcionamiento económico que toma el nombre de "capitalismo" (o, en términos de Marx, "modo de producción capitalista") nació como Minerva ya armada con casco, coraza y lanza de la cabeza de Júpiter directamente cuando Colón, Américo Vespucio y los capitanes conquistadores sometieron a los grandes imperios azteca e inca. Lo que se generó en los años entre el ‘descubrimiento’ de América y el establecimiento de una economía colonial atlántica fue, más bien, una acumulación original por “expoliación” y una poderosa economía de explotación que drenaba hacia Occidente, haciendo de él tal, los recursos de una parte del mundo que en aquel entonces alimentaba a casi una quinta parte de la humanidad. Es el comienzo de la modernidad.

[15] - Volveremos al término, véase. Yuk Hui Cosmotecnica, Nero 2021 (2016).

[16] - Sobre este punto véase el trabajo exploratorio de Carlo Formenti en Per un socialismo del siglo XXI y en sus últimos libros, a partir del concepto de “socialismos imperfectos”. Por ejemplo, “Los pueblos africanos contra el imperialismo 1. Said Boumamama”, 6 de noviembre de 2024; “Los pueblos africanos contra el imperialismo 2. Kevin Ochieng Okot”, 11 de noviembre de 2024; “Los pueblos africanos contra el imperialismo 3. Amilcare Cabral”, 18 de noviembre de 2024; “Más sobre África. Walter Rodney”, 19 de enero de 2025; “Panafricanismo, marxismo, comunismo, 1. Los 'clásicos': Du Bois, Padmore, Williams, James, Césaire”, 25 de febrero de 2025; “Panafricanismo, marxismo, comunismo II. Cedric Robinson”, 1 de marzo de 2025; “Más sobre el marxismo negro. Angela Davis”, 7 de marzo de 2025. Carlo Formenti, Guerra y revolución. Elogio de los socialismos imperfectos , Meltemi 2023, especialmente cap. 1, China; Cp 3, América Latina;.

[17] - Martin Heidegger, La cuestión de la técnica , Mursia, 1976 (1954). Una conferencia celebrada el 18 de noviembre de 1953 en Múnich interpreta la técnica no como un conjunto de herramientas, sino como la revelación del ser, o como una forma de vida que reduce todo a un recurso disponible (Bestand), o a un recurso calculable y por tanto manipulable. De manera muy simple y banal, la técnica es uno de los modos de revelar el propio ser que orienta el modo de relacionarse con los demás, pero también con el mundo mismo. En cierto modo es un cumplimiento de la metafísica occidental (y aquí, en esta fórmula, está también presente el eurocentrismo de Heidegger), en cuanto que la tecnología no es una obra occidental, sino una obra del sistema mundial y policéntrica. Expresa una verdad del mundo y hace del hombre mismo un recurso a organizar, y por tanto también a consumir (y en esto resuena también la crítica de la alienación en el primer Marx). Otra fuente primaria, además del propio Marx, es Dialéctica de la Ilustración de Max Horkheimer y Theodor Adorno, publicada en 1947. En este influyente texto, los dos estudiosos de Frankfurt identifican la racionalidad instrumental en la tecnología y en ella una forma de pensamiento orientada a la dominación, e identifican así la Ilustración (occidental) como la vía para crear una nueva forma de sujeción que reduce el mundo a un objeto de control. En este sentido, y esto es particularmente importante, la tecnología es inseparable del desarrollo del capitalismo y conduce necesariamente a la cosificación de las relaciones sociales. En Heidegger, las vías de escape son otra revelación del ser (por ejemplo, la artística) y en Adorno, el pensamiento negativo e inconciliable y, una vez más, el arte.

[18] - Es decir, la reducción del mundo a un objeto, cuando es abierto por el hombre y por tanto por las relaciones sociales en determinaciones causales en relación a impulsos teleológicos que pueden activarse dentro de la historicidad.

[19] - Reiner Schürmann, Heidegger. Del ser a la anarquía , Bollati Boringhieri, 1992 (1987); Jean-Luc Nancy, La experiencia de la libertad , Cronopio, 2000 (1988).

[20] - Con referencia a la comparación con el llamativo caso de China, un país que se dice “socialista”, pero que desde hace mucho tiempo y cada vez más está a la vanguardia de la tecnología y la modernidad, hay que entender que la tecnología no es una empresa occidental, que por tanto proviene de fuera de la sociedad y la cultura chinas. Tampoco se trata de la forma de producción industrial (que se fortaleció dentro de un ecosistema de enorme poder en Occidente a partir del siglo XIX, pero tuvo precursores en el mundo oriental y árabe, y en el Renacimiento se desarrolló de Sur a Norte). Además, la tecnología ni siquiera está específicamente conectada con el capitalismo, porque si así fuera habría que concluir que ésta es omnipresente y coincidente con toda la historia de la humanidad, la palabra perdería significado. De ello se desprende que el mero hecho de utilizar técnicas (y a estas alturas habría que decir que hemos llegado a las fronteras de la mayoría de las técnicas) no convierte en sí mismo a China en occidental y capitalista. Tampoco las técnicas son necesariamente incompatibles con las diferentes formas de lo humano, siendo lo vernáculo, el arte o el gasto la única vía de escape.

[21] - Mark Fisher, Realismo capitalista , Nero 2018 (ed. original 2015).

[22] - George Bataille, en dos ensayos de 1933 ( La noción de deuda ) y 1949 ( La parte maldita ), introdujo la idea bastante aristocrática de que si los seres humanos y la sociedad en su conjunto se estructuran según la utilidad, pierden algo esencial. Más bien, la mera vida encuentra sentido fuera de ella, en el gasto, necesariamente improductivo e incluso destructor de valores materiales (el sacrificio sagrado, las celebraciones, la guerra misma, el erotismo y el arte). Lo que debe ponerse en el centro es el exceso de cada función, lo inútil, lo exuberante.

[23] - Véase en esta dirección el pensamiento de Nishitani Keiji, Religión y Nada , SE, 1997 (1961) ,

[24] - Aletheia (ἀλήθεια) es un concepto central de la filosofía de Heidegger, heredado de la tradición griega pero profundamente reinterpretado. A menudo traducida como “verdad”, Heidegger redescubre su significado etimológico de “desvelar” (del privativo a- y lethe , “olvido”, “oculto”), contrastándolo con la noción moderna de verdad como correspondencia ( adaequatio intellectus et rei ). Aletheia es el proceso de apertura del mundo, donde las cosas pueden ser vistas como son en su esencia ( Wesen ).

[25] - śūnyatā (शून्यता en sánscrito), a menudo traducido al japonés como( kū ), es un concepto fundamental en el pensamiento budista. Generalmente se traduce como “vacuidad” o “vacío”, como la ausencia de existencia intrínseca o autónoma. Según este concepto indio, traducido a las culturas china y japonesa, nada existe “por sí mismo”, sino que todo surge en una relación condicionada (en el pratītyasamutpāda indio) y como un nodo en una red de interdependencias. Las fuentes de esta idea son Nāgārjuna (filósofo indio del siglo II-III) que fundó la escuela Madhyamaka, cuyas obras fundamentales son “ Textos fundamentales del Camino Medio” , Mūlamadhyamakakārikā. En el siglo III esta escuela llega a China, contaminándose con la escuela taoísta e influyendo en las escuelas filosóficas: Tiantai (天台宗), Huayan (華厳宗), Chan/Zen (). En Japón resuena en las escuelas Tendai (天台宗), que media con el pensamiento confuciano, Zen (especialmente Rinzai y Sōtō), Kegon (derivado de Huayan). Más recientemente Nishitani y la Escuela de Kyoto lo reelaboran en La religión y la nada , fusionándolo con el pensamiento de Heidegger. En este sentido se aborda la cooriginalidad entre el yo y el mundo.

[26] - Me refiero a la Cosmología de Occidente, que se imagina como universal, como alternativa a la Cosmología de la tianxia china.

[27] - Enrique Dussel es un filósofo y teólogo de la Teología de la Liberación, con importantes influencias marxistas. Véase, por ejemplo, Enrique Dussel, Filosofía de la liberación , Queriniana, Brescia 1992 (ed. original 1977); o Enrique Dussel, , La ocultación del “otro”. En los orígenes del mito de la modernidad , La piccola editrice, Celleno 1993.

[28] - Wang Hui, El siglo XX de China. Revolución, retroceso y retorno del presente , DeriveApprodi, 2020 (2016)

[29] - Yuk Hui Cosmotecnica, op.cit..

[30] - El universalismo de Occidente es jerárquico y excluyente, pero de un modo muy particular. El movimiento es el de la madre posesiva, que declara el Bien para todos y se queja de que su amor no es comprendido y pone en acción un dispositivo que trabaja sobre la culpa y la vergüenza, sobre el control interno. El superyó occidental es todo menos «patriarcal». En el fondo se encuentra el chantaje de la culpa, el reproche de no ser lo suficientemente “moderno” y “abierto”, la acusación y la queja. El no-Occidente, aquí decimos Oriente, debe ceder al deseo de la buena madre, como universal y lleno de amor por la Humanidad. Adhiérete con todo tu ser y hazte semejante al modelo. Recompensar los sacrificios hechos para descubrir la Verdad y conducir a la Humanidad por el camino del Progreso. Este dominio, no directo ni visible, es mucho más poderoso y penetrante; quienes están bajo su hechizo deben volver el fracaso contra sí mismos, pues no han sido capaces de modernizarse y se consideran ingratos y moralmente indignos. Esta voluntad de poder es percibida, por quien la emite, como una forma de amor universal ejemplar y de abnegación, mientras que por quien sufre su efecto, es percibida como indignidad. Véase, por ejemplo, Jean-Claude Michéa, El imperio del mal menor . Ensayo sobre la civilización liberal , 24 Ore Motta Cultura, Milán 2008 (edición original 2007), p. 167.

[31] - En el sentido de que el simio humano está apenas sobredeterminado por un conjunto instintivo dado y rígido, y es fundamentalmente maleable. Construye recorridos culturales y se proyecta en el caminar (Ingold), estructura su memoria y por tanto su identidad en función de los contextos sociales (Bloch), no tiene determinaciones rígidas (Mead), evoluciona cerebralmente a través de símbolos y mediaciones (Deacon), está siempre en mediación consigo mismo (Plessner) y es deficiente, carente de un aparato instintivo estable (Gehlen). Ver, Arnold Gehlen, Hombre. Su naturaleza y lugar en el mundo , SugarCo, 1983 (1940); Helmuth Plessner, Los límites de la comunidad. Una crítica del radicalismo social , Il Mulino, 1995 (1924); Terrence W. Deacon, Las especies simbólicas. La evolución del lenguaje y del pensamiento humanos , Codice Edizioni, 2004 (1997); Margaret Mead, Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas , Il Saggiatore, 1962 (1935); Maurice Bloch, Antropología y memoria , Meltemi, 2002 (1998); Tim Ingold, Líneas. Una exploración antropológica , Cortina, 2017 (2007). Particularmente relevante para esta manera de mirar las cosas es el llamado “giro ontológico” en la antropología, que busca superar el multiculturalismo porque se denuncia que parte del supuesto clásico-occidental (Descartes) de un único mundo natural observable por muchas culturas. Para ello se trata de invertir la perspectiva, leyendo los múltiples mundos y concepciones de la realidad como consistentes, coherentes e irreducibles. Los autores son Eduardo Viveiros de Castro, Philippe Descola, Marylin Strathern, Tim Ingold.

[32] - En esto no faltan conexiones con la gran tradición idealista, en particular con Hegel.

[33] - Inversión del tiempo mesiánico, o vaciamiento, que en Benjamin se politiza mientras que aquí se ontologiza. Pero no hay salvación en otros comienzos, es necesario asumir plenamente la nada como apertura, como su necesidad y como condición estructural de la relación.

[34] - Aquí se puede recurrir a la obra maestra de Luckàcs, Ontología del ser social, op.cit.

[35] - Véase la posición de Walter Benjamin sobre la historia y el mesianismo como acontecimiento, como una pequeña puerta por donde se puede entrar (o no entrar).

[36] - O bien a partir de esta cosmología que debe ser siempre, por su naturaleza, histórica y compartida en una comunidad de sentido, en un «mundo de vida».

[37] - Por ejemplo, los Manuscritos histórico-filosóficos de Marx.

[38] - Véase Alessandro Visalli, Clase y partido , Meltemi 2023.

[39] - Véase la crítica de Lukács a Heidegger en Ontología del ser social , vol. II, pp. 128 y siguientes.

[40] - Véase, entre muchos, Frantz Fanon, Piel negra, máscaras blancas , Marco Tropea Editore, 1996 (1952)

[41] - Axel Honneth y su relectura de Hegel y la dialéctica del reconocimiento en un contexto post-metafísico e intersubjetivo. Axel Honneth, La lucha por el reconocimiento , Il Saggiatore, 2002 (1992)

[42] - Véase Enrique Dussel, Filosofía de la Liberación , Libro Jaca, 1974 (1973)

[43] - Wang Hui, El siglo XX de China. Revolución, retroceso y retorno del presente , op.cit.

[44] - Yuk Hui Cosmotecnica, op.cit. Para el autor chino, aunque el término «técnica» no esté presente en el pensamiento filosófico tradicional chino, éste siempre ha estado vinculado de manera original a un orden moral y cósmico propio de su apertura al mundo. El texto abre un diálogo fructífero y denso con el pensamiento de Martin Heidegger, a partir de la conferencia de 1953 y sus repercusiones en la Escuela de Kyoto y la crítica taoísta de la racionalidad técnica. Este discurso, en el contexto del período inmediatamente posterior a la guerra, se hizo eco de la devastación y, en China, de las ansiedades despertadas por la modernización forzada al estilo soviético. El defecto que ve Hui, incluso en su crítica de las teorías poscoloniales, es que supone que la ciencia y la tecnología son internacionales (y occidentales), de alguna manera separadas del “pensamiento”. Aunque, como es obvio, la tecnología siempre ha estado presente en China (y durante milenios incluso más avanzada que en Occidente, esencialmente hasta el «despegue» inglés en 1800, véase Kenneth Pomeranz, La gran divergencia , Il Mulino 2004), el pensamiento chino no está anclado en un mito como el de Prometeo –en el que la rebelión de los Titanes contra los dioses trae la tecnología a los hombres–, sino en un don que de alguna manera «naturaliza lo divino» (Vernant). Esta relación entre los sistemas técnicos y sus aplicaciones, y las culturas ancladas en diferentes visiones del cosmos es lo que Hui llama “cosmotecnia”. Según una definición sintética, “la cosmotecnia expresa la unificación entre el orden cósmico y el orden moral a través de actividades técnicas” (ibid., p. 29).

[45] - Por ejemplo, Jacques Derrida, para quien la tecnología occidental se funda en una oposición originaria (entre physis y techné) inestable y arbitraria, una ontoteología de la presencia (véase La escritura y la diferencia , Einaudi 1971). Es decir, Jacques Ellul quien subraya cómo la tecnología moderna se emancipa de la dimensión simbólica o cosmológica, convirtiéndose en un sistema autorreferencial que reduce el mundo a un objeto funcional (véase, Jacques Ellul, El sistema técnico , Jaca Book, 2009). Podemos comparar también a muchos autores de la Teología de la Liberación, como Enrique Dussel, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez quienes resaltan la relación entre lo humano y el cosmos como tejida en el cuidado, la reciprocidad y la no propiedad. La sociedad convivencial de Ivan Illich, o autores fundamentales como Gilbert Simondon que propone un análisis ontogenético y no instrumental de la tecnología.

[46] - Véase Eduardo Vibeiros de Castro, quien en Metafísica caníbal , valoriza las cosmologías indígenas amazónicas. En este texto propone la adopción del perspectivismo amerindio como herramienta para criticar los supuestos universalistas y naturalistas inconscientes de la antropología occidental. Mientras que el naturalismo occidental supone un mundo común (naturaleza) y múltiples visiones (culturas), el perspectivismo amerindio afirma lo contrario: hay una única subjetividad (humana) y múltiples mundos. De esto se deduce a la vez una posición ética, que declara la insostenibilidad de reducir el mundo a un recurso, y, en un momento en que cada entidad tiene una interioridad, una voluntad y una intencionalidad, la posibilidad de pensar una cosmotécnica alternativa, enraizada en una metafísica de la relación, de la reciprocidad y de la subjetividad generalizada.

[47] - Enrique Dussel, Ética de la liberación en la era de la globalización y la exclusión , Ciudad Abierta, 2004 (1998)

[48] ​​- “Libertad social” es un término hegeliano, aquí nos referimos a la reinterpretación de Axel Honneth en El derecho a la libertad . En Esbozos de la filosofía del derecho , Hegel recuerda que «aquí uno no está unilateralmente en sí mismo, sino que se limita voluntariamente en relación con otro, y, sin embargo, en esta limitación uno se conoce  como uno mismo . En la determinación el hombre no debe sentirse determinado, porque solo al considerar al otro como otro se obtiene el propio sentimiento de sí mismo» (p. 57). Así, la cooperación social es condición y modelo de la libertad  (como lo ve también el primer Marx, que mediante el trabajo hace que todos estén mutuamente vinculados por relaciones de reconocimiento mediante las cuales confirman mutuamente su mutua dependencia). Sólo en el modo de su respectiva autorrealización los sujetos se complementan. En cambio, y aquí hay un nivel crítico de cosificación,  a través del medio del dinero, por el contrario,  cada uno se encuentra solo . El intermediario externo (Marx, “ Notas sobre James Mill ”) también hace perder de vista las relaciones de reconocimiento mutuo y al final “cada uno se encuentra solo consigo mismo, como un ser atento sólo a su propio enriquecimiento y a su propio beneficio” (Marx). Así, el capitalismo en el que el elemento mediador es la circulación del dinero, y no la cooperación, produce el efecto de unas relaciones sociales en las que “nuestra integración mutua es sólo una pura y simple apariencia, que sirve de base para la desposesión mutua”. Esta crítica fundamental persiste hasta “ El  Capital ”, en el que se critica a la sociedad capitalista porque, fundamentalmente, “produce la apariencia material de relaciones sociales mediadas sólo de hecho, que nos impiden percibir la estructura intersubjetiva de la libertad”. Véase Hegel, Esbozos de la filosofía del derecho , Laterza 1999 (ed. original 1821); Axel Honneth, El derecho a la libertad , Codice 2015 (ed. original 2011).

https://tempofertile.blogspot.com/2025/05/circa-la-tecnica-per-una-fenomenologia.html

Traducción: Carlos X. Blanco

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